DoFemCo, plataforma de Docentes Feministas por la Coeducación, rechaza la propuesta de #LeyTrans, exige la derogación de protocolos y leyes “trans” aprobados y denuncia la presencia del lobby transactivista en los centros educativos
22 de febrero de 2021
La plataforma Docentes Feministas por la Coeducación, DoFemCo, que reúne profesoras de todas las etapas educativas, integrantes de la Confluencia Movimiento Feminista y alineadas con los objetivos de organizaciones similares en otros países, como Safe Schools Alliance del Reino Unido, ha convocado el lunes 22 de febrero una rueda de prensa para exponer su Declaración sobre el impacto de las “leyes trans” en las aulas.
En su Declaración, denuncia la ausencia de debate público ni educativo en la aprobación de las 17 leyes y los 14 protocolos educativos que propagan la ideología “trans”, sin haber considerado las nefastas implicaciones que conllevan para el alumnado, el profesorado y las familias. Acusan así mismo a los sindicatos de haber actuado de espaldas a la comunidad educativa, sin protegerla ni salvaguardar los derechos laborales de las y los trabajadores de la enseñanza como hubiera sido esperable.
A lo largo de la rueda de prensa y con evidencias de abundantes testimonios en primera persona, DoFemCo ha alertado sobre las implicaciones de las “leyes trans” para el profesorado y los centros, para las familias y para el alumnado.
DoFemCo señala, en primer lugar, que los contenidos que transmiten los protocolos educativos “trans” que se introducen en la formación del profesorado, en los talleres para el alumnado y en la sensibilización de las familias inducen a las confusión al sostener que “se puede nacer en el cuerpo equivocado”; también defienden creencias erróneas como que “la especie humana no es binaria”; se sitúan en el pensamiento mágico cuando dan a entender que “el sexo se puede cambiar”; abundan en el sexismo puesto que definen “el género como identidad”; son homófobos porque establecen una equivalencia entre orientación sexual e “identidad de género”; predican un arcaico neurosexismo al decir que hay cerebros “de chicas” y cerebros “de chicos”; y refuerzan la misoginia, borrando a las mujeres y reduciéndolas a procesos o rasgos fisiológicos, como cuando se refieren a ellas como “personas que menstrúan”.
Ante las amenazas de acusaciones por delito de odio, de transfobia, multas e incluso penas de prisión si se niegan a hacerlo, al profesorado se le exige que valide el “autodiagnóstico” que realizan las alumnas y los alumnos que se declaran “trans”, que identifique su “identidad de género” y que se limite a “afirmar y acompañar” las transiciones que su alumnado solicite iniciar en el centro. Una profesora ha declarado: “No se nos permite hablar con el alumnado ni con la familia. Estamos desprotegiendo al menor”.
De acuerdo con estas leyes y protocolos “trans”, se promueve desde la propia administración educativa que el profesorado sea formado en “identidad de género” a manos de entidades transactivistas en cursos que substituyen los contenidos de la Coeducación, educación para la igualdad, por ideas acientíficas sobre “diversidad de género”. DoFemCo denuncia la instrumentalización del profesorado al servicio de una ideología: “quieren que hagamos de policía del género”. Se quejan, así mismo, de la existencia de censura del criterio profesional del profesorado ya que toda opinión percibida como contraria a la doctrina “trans” es considerada transfobia.
Para el alumnado, estas leyes y protocolos “trans” tienen efectos nefastos e irreversibles. Con la coartada del consentimiento informado se está induciendo a las y los menores a tratamientos experimentales con bloqueadores de la pubertad y hormonación cruzada que tienen efectos secundarios ya detectados en otros países como, entre otros, la osteoporosis o la atrofia vaginal o la interrupción del crecimiento del pene, la infertilidad y el daño a órganos vitales como el hígado y los riñones. Se induce a chicas y chicos a confundir sus malestares y rechazo del cuerpo que pueden experimentar durante su proceso de maduración normal con la existencia de una identidad que no se corresponden con su sexo, y a creer que tales malestares y confusiones pueden solucionarse mediante la medicalización y la cirugía. Todo el peso de los estereotipos de género más tradicionales se revela en la siguiente frase del testimonio de un menor: “Ahora que soy un chico trans, mi padre es feliz porque tiene con quién ir al bar a ver partidos de fútbol”.
DoFemCo expone también las consultas que recibe de familias y equipos directivos horrorizados e impotentes ante las ideas que inducen y las normas de actuación que establecen las leyes y protocolos “trans”. Las familias que no apoyen la nueva “identidad de género” de sus hijas e hijos pueden perder su custodia por maltrato y abuso infantil. Los centros están obligados a abrir una investigación en tal caso para “valorar los riesgos” para el bienestar psicológico del alumnado supuestamente causado por las dudas de las familias. Estas pueden llegar a perder su custodia en tales situaciones, pero no tienen por qué ser informadas sobre los procesos de transición iniciados por sus hijos e hijas en los centros.
El testimonio de una profesora que relata cómo se construyen las “identidades trans” es especialmente demoledor. Entre otras cosas, relata cómo el surgimiento de los casos de “alumnado trans” coincide con los talleres “trans” en las aulas; cómo se introducen ideas contrarias a la ciencia prohibiéndose nombrar los genitales de hombres y mujeres al hablar de la reproducción humana y de los procesos fisiológicos de niños y niñas, como la menstruación; cómo las autoridades educativas respaldan y recomiendan que las entidades “trans” actúen en las escuelas. Resulta evidente que los menores se están “informando” por internet y que hay adultos “trans” que se dirigen a ellos directamente desde las redes.
Ante estos alarmantes despropósitos, DoFemCo reclama respeto por la libertad de opinión y expresión y por el pensamiento crítico en los centros educativos, y exige la expulsión del adoctrinamiento transactivista de las aulas. Desde DoFemCo se reivindica así mismo el respeto por el marco legal vigente de las leyes orgánicas en materia de igualdad y de educación y se aboga por la Coeducación, una educación libre de sexismo y androcentrismo, para lograr una sociedad sin desigualdad entre mujeres y hombres y libre de violencia contra las niñas y las mujeres.
DoFemco finaliza la rueda de prensa con un llamamiento al gobierno:
“Las Docentes Feministas por la Coeducación no solo decimos #NoLeyTrans: también reclamamos la derogación de todos los protocolos educativos “trans” aprobados, denunciamos el monopolio del lobby transactivista en la formación del profesorado y exigimos que cese su presencia y adoctrinamiento en los centros educativos”.